“Jamás
nos supongamos solos ni débiles,
porque
hay detrás de nosotros ejércitos poderosos que no concebimos ni en
sueños.
Si
elevamos nuestro espíritu no habrá mal que pueda tocarnos”
VIDEO
SANTORAL
Ángel,
Hilario, Niceto, Eulogio, Teodoro, Geroncio, Sacerdote, Máximo,
Britón, obispos; Eutimio, Crescenciana,
Irene, Irenio, Joviniano, Peregrino, Gregorio, Arquelao, Felicísima,
Silvano, mártires; Ida, santa; Nancto,
Avertino, eremitas.
REFLEXIÓN:
Una
madre se ganaba el pan limpiando los servicios de un centro
comercial. Su sueldo apenas le alcanzaba para alimentar a sus cuatro
hijos. Tenía las manos ajadas y siempre frías y con olor a lejía y
desinfectante. Se levantaba al amanecer y llegaba al atardecer y aún
tenía fuerzas para estar con sus hijos, atenderlos y quererlos.
Un
día, su hijo menor se encontró mil euros en la calle y se puso a
dar saltos de alegría. Pensó comprarse un ordenador, una bicicleta
de carreras o una guitarra, pero entonces se acordó de las manos de
su madre, de cómo se transparentaban las venas por el mucho trabajo,
de lo cansadas y amables que eran para él, de cómo le revolvían el
pelo y le hacían carantoñas. Y ni corto ni perezoso fue a una
joyería y compró el mejor anillo de diamantes que encontró y fue
corriendo a casa, besó las manos de su madre y se lo puso en el
dedo, porque, si en algún lugar debía lucir ese diamante, era en
aquellas manos hacendosas que siempre estaban cosiendo, trabajando,
acariciando, limpiando.
Cuando
el hermano mayor regresó a casa después de todo un día rebuscando
en la basura chatarra para venderla, montó en cólera y le dijo:
“Pero ¿cómo puedes ser tan estúpido? Ese dinero tenías que
habérmelo dado a mí y entonces le habríamos comprado a mamá una
lavadora. ¿Para qué quiere ella un anillo de diamante en las manos
si luego las tiene que meter en la porquería de las letrinas? Lo que
ella necesita es una máquina que haga en casa el trabajo por ella.
¿Qué dirán además los demás de nosotros? ¿Con qué cara nos
presentaremos luego en Cáritas para pedir comida si nuestra madre
lleva un anillo de diamantes?” Y le pidió a la madre el anillo
para devolverlo, recoger el dinero y comprar la lavadora.
Pero
la madre tomó las manos de su hijo mayor y le dijo: “Hijo mío,
este hermano tuyo ha obrado por amor. Este anillo es su corazón puro
palpitando en mi dedo. Cuando yo me muera, vended el anillo y compráos lo que os haga falta. Pero ahora déjame que lo luzca, porque me
recuerda que lo que me hace grande y feliz no es mi trabajo, sino el
amor que os doy y el que me dais. Cada vez que lo vea brillando en mi
mano, tendré más fuerza para seguir adelante, porque esta gema que
aquí brilla la ha puesto el amor mismo. Y si los demás dicen, que
digan. Nosotros sabemos la verdad y eso basta”.
ORACIÓN:
Reflexión
del Papa Francisco:
¿Para
dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos
envía para todas las personas. El evangelio es para todos, y no para
algunas personas. No es sólo para aquellos que parecen más cercanos
a nosotros, más abiertos, más acogedores. Es para todas las
personas. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los
ambientes, hasta las periferias existenciales, incluidos aquellos que
parecen más distantes, más indiferentes. El Señor busca a todos,
quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.
[...]
Puede que alguno piense: «No tengo ninguna preparación especial,
¿cómo puedo ir y anunciar el evangelio?». Querido amigo, tu miedo
no se diferencia mucho del de Jeremías. Escuchamos en la lectura
recién, cuando fue llamado por Dios para ser profeta: «¡Ay, Señor,
Dios mío! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño». También
Dios les dice a ustedes lo que dijo a Jeremías: «No les tengas
miedo, que yo estoy contigo para librarte» (Jeremías 1,6.8). Él
está con nosotros.
«No
tengan miedo». Cuando vamos a anunciar a Cristo, es Él mismo el que
va por delante y nos guía. Al enviar a sus discípulos en misión,
ha prometido: «Yo estoy con ustedes todos los días» (Mt 28,20). Y
esto es verdad también para nosotros. Jesús no nos deja solos,
¡nunca deja solo a nadie! ¡Nos acompaña siempre!
Además
Jesús no dijo: «Andá», sino «Vayan»: somos enviados juntos...
Cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes,
descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos. Jesús no ha
llamado a los apóstoles para que vivan aislados, los ha llamado a
formar un grupo, una comunidad.
[...]
Evangelizar significa testimoniar personalmente el amor de Dios,
significa superar nuestros egoísmos, significa servir inclinándonos
a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús.
Tres
palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres
palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que
quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la
fe, recibe más alegría. (Homilía en la Santa Misa de Clausura
XXVIII Jornada mundial de la juventud, Río, 27 de Julio de 2013)
Diálogo
con Jesús
Señor
mío, tu Palabra es una fuente de vida y de felicidad para todos,
¿cómo no querer anunciarla a toda creatura?
No
debo dejar que los miedos me nublen el camino y pongan a dudar a
todos mis sentidos.
Debo
confiar en Ti, en que cada día me capacitas para salir adelante y no
perder de vista el amor y el gozo que me espera cuando proclamo tu
Palabra y la llevo a todos los rincones del mundo.
Necesito
de tu fuerza, que me impulses a esforzarme y ser valiente.
Tengo
que entender que de la mano contigo, puedo derrumbar todos los muros
y hacerle frente a todo mal y situaciones contrarias que se me
presenten.
Me
has hablado siempre de tus promesas de amor y de fe, que hasta en tu
nombre puedo imponer las manos a los enfermos y sanarlos si así Tú
lo deseas.
Quiero
ser un misionero fiel, un misionero atrevido pero respetuoso, manso
pero valiente, callado pero sabio, lento pero astuto. Sólo en Ti,
por Ti y para Ti, puedo llevar la Buena Nueva a todas las naciones y
al mismo tiempo llenarme de gozo al saber que tu Palabra actuará de
manera sanadora en muchos corazones heridos. Amén.
Propósito
para hoy:
El
día de hoy, voy a rezar por un lapso de 15 minutos retirado en el
silencio de mi habitación, confiando a la intercesión de María mi
propósito de crecer en mi vida de oración.
Reflexionemos
juntos esta frase:
"Saludo
a los enfermos y a cuantos sufren. Cristo crucificado está con
ustedes: acójanse a Él". (Papa Francisco)
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ESPECIAL BUENOS DÍAS
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9 Consejos del Papa Francisco
para preparar la boda
El pasado 8 de abril la Santa Sede publicó la exhortación
apostólica post sinodal Amoris Laetitia, sobre el amor en la
familia, en la que el Papa Francisco aborda los desafíos de la
familia actual y presenta una serie de recomendaciones para novios y
esposos.
Entre estos, destacan nueve consejos del Papa para preparar el día
de la boda y que presentamos a continuación:
Tabla de contenido
- 1. No se concentren en las invitaciones, el vestido o la fiesta
- 2. Opten por un festejo austero y sencillo
- 3. Lo más importante es el sacramento y el consentimiento
- 4. Den valor y peso a la promesa que harán
- 5. Recuerden que estarán abiertos a la vida
- 6. El matrimonio no es de un día, dura toda la vida
- 7. Recen antes de casarse
- 8. La boda es una ocasión de anunciar el Evangelio
- 9. Consagren su matrimonio a la Virgen María
1. No se concentren en las invitaciones, el vestido o la fiesta
El Papa pide no concentrarse en los innumerables detalles que
consumen presupuesto y energías, porque llegarán cansados al
casamiento en vez de dedicar sus mejores fuerzas a prepararse como
pareja para este gran paso. “Esta mentalidad se refleja también en
algunas uniones de hecho que nunca llegan al casamiento porque
piensan en festejos demasiado costosos, en lugar de dar prioridad al
amor mutuo y a su formalización ante los demás”.
2. Opten por un festejo austero y sencillo
Tengan “la valentía de ser diferentes” y no se dejen devorar
“por la sociedad del consumo y de la apariencia”, pues lo que
importa es el amor que los une, “fortalecido y santificado por la
gracia”. Opten por un festejo austero y sencillo, para colocar el
amor por encima de todo.
3. Lo más importante es el sacramento y el consentimiento
Prepárense para vivir con mucha hondura la celebración litúrgica y
percibir el peso teológico y espiritual del consentimiento al
momento de casarse. Las palabras que dirán no se reducen al
presente, sino que “implican una totalidad que incluye el futuro:
‘hasta que la muerte los separe’”.
4. Den valor y peso a la promesa que harán
El Papa recuerda que el sentido del consentimiento muestra que
“libertad y fidelidad no se oponen, más bien se sostienen
mutuamente”. Piensen en los daños que producen las promesas
incumplidas. “El honor de la palabra dada, la fidelidad a la
promesa, no se pueden comprar ni vender. No se pueden imponer con la
fuerza, pero tampoco custodiar sin sacrificio”.
5. Recuerden que estarán abiertos a la vida
Recuerden que un compromiso tan grande como el que expresa el
consentimiento matrimonial y la unión de los cuerpos que consuma el
matrimonio, cuando se trata de dos bautizados, sólo pueden
interpretarse como signos del amor del Hijo de Dios hecho carne y
unido con su Iglesia en alianza de amor. Así, “el significado
procreativo de la sexualidad, el lenguaje del cuerpo, y los gestos de
amor vividos en la historia de un matrimonio, se convierten en una
ininterrumpida continuidad del lenguaje litúrgico y la vida conyugal
viene a ser, en algún sentido, liturgia”.
6. El matrimonio no es de un día, dura toda la vida
Tengan presente que el sacramento que celebrarán “no es sólo un
momento que luego pasa a formar parte del pasado y de los recuerdos”,
sino que “ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de
manera permanente”.
7. Recen antes de casarse
Lleguen al casamiento luego de haber orado juntos, “el uno por el
otro, pidiendo ayuda a Dios para ser fieles y generosos”,
preguntándole juntos a Dios qué es lo que espera de ustedes.
8. La boda es una ocasión de anunciar el Evangelio
Recuerden que Jesús inició sus milagros en las bodas de Caná: “el
vino bueno del milagro del Señor, que anima el nacimiento de una
nueva familia, es el vino nuevo de la Alianza de Cristo con los
hombres y mujeres de todos los tiempos”. Por tanto, el día de
su boda será “una ocasión imperdible para anunciar el Evangelio
de Cristo”.
9. Consagren su matrimonio a la Virgen María
El Papa también sugiere a los novios iniciar su vida matrimonial
consagrando su amor ante una imagen de la Virgen María.
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